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Revolución, contrarrevolución y antifascismo: la gráfica de la revista Monde

El 9 de junio de 1928 comenzó a circular por las calles de París una de las publicaciones más emblemáticas del movimiento antifascista francés: Monde. Hebdomadaire d'information littéraire, artistique, scientifique, économique et sociale. Bajo la dirección de Henri Barbusse, y con un comité editorial integrado por Albert Einstein, Máximo Gorki, Upton Sinclair, Miguel de Unamuno, León Bazalgette, M. Morhardt, León Werth y el argentino Manuel Ugarte, este semanario cultural, se autodefinió desde el inicio como un journal de combat y, más allá de sus simpatías procomunistas, se presentó como un periódico autónomo frente a cualquier organización partidaria. Lejos estaba, sin embargo, de proclamar una “neutralidad política” equivalente a una complicidad con los poderes y el orden social establecidos.


El colectivo editor, que compartía ciertas premisas ideológicas, manifestó su interés por la actualidad internacional. Fue particularmente a través de la defensa de la cultura que expresaron su toma de posición política en contra del imperialismo, el conservadurismo y el avance de los fascismos. Editado en formato tabloide, con un promedio de dieciséis páginas por entrega, Monde circuló hasta octubre de 1935. Alcanzó, en siete años, un total de 353 números publicados. Su diseño dinámico, en el que el texto se entrelazaba con una gran cantidad de ilustraciones y grabados, constituía uno de los principales atractivos de la revista.

El alto impacto visual se vio reforzado, además, con la incorporación de tinta a color en la tipografía de su título y en algunas de sus imágenes a partir del número 151. Otra característica sobresaliente en la diagramación de Monde fue la colaboración activa de diversos artistas europeos y latinoamericanos como, Bela Uitz, Henri Van Straten, Jean Lébédeff, Käthe Kollwitz, Fernand Léger, Helios Gómez, Albert Daenens, Fokko Mees, Max Beckmann, George Grosz, Pablo Piccaso, Max Lingner, Frans Masereel, Ezequiel Negrete, Rufino Tamayo, Justin Fernández y Diego Rivera, entre otros.


Por medio de las intervenciones gráficas, el periódico buscaba interpelar a un público amplio. Al desplegar diferentes estrategias que extendían o condensaban los sentidos para comunicar un mensaje en clave antifascista, las imágenes impresas se convirtieron, así, en herramientas fundamentales para denunciar, concientizar y movilizar al lector.


Monde fue la usina gráfica de la prensa de izquierdas del mundo de entreguerras: todas las revistas y periódicos "levantaban" con o sin su permiso, reconociendo o no los créditos, las célebres tapas de Monde, desde la revista Futuro que publicaba en México Vicente Lombardo Toledano hasta la revista Claridad que publicaba Antonio Zamora en Buenos Aires, entre muchas otras.


Con esta muestra el CeDInCI se propone exhibir algunas de las piezas más valiosas de su patrimonio documental hemorográfico, aspirando contribuir al conocimiento público de una de las revistas que marcó el continente.

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La muestra se inauguró el 31 de marzo de 2017 en el CeDInCI.

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Resistencias Moleculares: La prensa gráfica bajo la dictadura militar argentina. 1976-1983

En la Argentina que nace con el golpe militar del 24 de marzo de 1976, el poder del Estado, que se pretendió total, encontró resistencias y fisuras. La parálisis social de ningún modo fue completa. Para mediados de 1982, derrota de la Guerra de Malvinas mediante, estaba claro para los propios protagonistas que la acción y la solidaridad habían terminado por vencer, poco a poco, al miedo de los años iniciales.
Estamos acostumbrados a pensar la resistencia a las dictaduras como confrontación militar. O, en su defecto, bajo la forma de grandes huelgas o movilizaciones de masas. Sin embargo, fueron muchas más las modalidades que asumió la resistencia bajo la última dictadura argentina, si pensamos en los artistas cuyas metáforas críticas escapaban a la censura; en los abogados que buscaban los resquicios legales del sistema para dar con los desaparecidos; en los intelectuales desplazados de la universidad que creaban pequeños centros de investigación o dictaban cursos en sus propias casas; en los familiares que no se resignaban al imperio del terror y de la muerte y en su obstinado peregrinar lograban conseguir información o publicar una solicitada; en suma, a los y las estudiantes, vecinos, obreros que establecían lentamente lazos de solidaridad, discusiones políticas y señales de contención afectiva para resguardarse de la represión y del clima de sospechas e hipocresía al que buena parte de los argentinos se estaba acostumbrando.

Modalidades, podríamos decir, de resistencia molecular. Carlos A. Brocato denominó así aquellas formas que no intentan “reponer el cuerpo, pues esto pone al descubierto la actividad y la hace fácilmente vulnerables, sino en re-unir los átomos dispersados por el embate represivo y re-organizarlo en torno de pequeños espacios de actividad […]. La resistencia renuncia tácticamente a reconstituir el cuerpo, porque sabe que es una batalla suicida, y se esfuerza estratégicamente en impedir la atomización”.

Algunos de los testimonios más elocuentes de esta resistencia molecular a la dictadura los encontramos en la prensa gráfica de la época: revistas de humor que a través de la risa fueron erosionando la imagen de los militares como un poder omnímodo; fanzines juveniles que manifestaban su malestar a través de códigos contraculturales; revistas de cultura que agrupaban a colectivos intelectuales que se resistían al silencio o a la soledad. Buena parte de los partidos políticos prohibidos por la dictadura persistieron en editar sus periódicos y sus revistas. Algunos lo hicieron en forma clandestina (como El Combatiente o Evita Montonera) y debían distribuirse cuidadosamente, de mano en mano, mientras que otros arriesgaron el camino de cierta semilegalidad para llegar a la venta masiva en kioscos de diarios. Aunque debían adoptar títulos anodinos —como Informe o Comentarios—, los lectores no tardaban es descifrar el código político oculto. También lo descifraban a menudo los censores, por lo cual eran clausurados frecuentemente, de modo que volvían a aparecer al mes siguiente con un nuevo nombre.
A pesar de la intervención a los sindicatos, no todos los burócratas sindicales llamaron a desensillar hasta que aclare: algunas corrientes gremiales resistieron con paros, con huelgas, con marchas. Así como no toda la prensa argentina acompañó el “Proceso”. En junio de 1976 Rodolfo Walsh fundó ANCLA, Agencia de Noticias Clandestina. Unos pocos medios, como el diario argentino-británico Buenos Aires Herald o el semanario de cultura judía Nueva Presencia, parcialmente resguardados por su condición de “medios de comunidades”, se arriesgaron a publicar regularmente informaciones sobre las violaciones a los derechos humanos. Las asociaciones de exiliados argentinos en Europa y América Latina volcaron sus denuncias en diarios, boletines y revistas, sensibilizando a la opinión pública internacional.
Estas formas de resistencia alentaron a quienes debían resistir en condiciones más duras: dentro de las cárceles o los centros clandestinos de detención. Los presos políticos resistieron bajo diversas formas, y encontraron el modo de transmitir informaciones al exterior. Muchas de las personas que eran liberadas, a pesar del miedo y el dolor, les contaron a otros lo que habían vivido, lo que habían visto, los nombres que recordaban, los pocos datos que habían logrado obtener. Así, muy de a poco, fue posible comenzar a reconstruir el oscuro y hermético esquema represivo: la localización de algún lugar de detención, el nombre o el alias de algún represor. Gracias a estos testimonios, además, muchos familiares de desaparecidos pudieron saber cuándo y en qué centro clandestino fue visto con vida por última vez su ser querido. Los propios organismos de derechos humanos se manifestaron a través de solicitadas en los diarios, pero también a través de boletines, revistas y volantes que circularon de mano en mano durante los años de plomo.
Resistencias moleculares exhibe una parte sustantiva de la prensa resistente a la dictadura publicada tanto en la Argentina como en el exterior. Se trata de revistas culturales, de humor político, periódicos, solicitadas, boletines sindicales, volantes, afiches elaborados desde la denuncia urgente de los primeros meses de la dictadura, hasta la proliferación de espacios críticos durante los años 1982 y 1983, marcados por las movilizaciones y el entusiasmo ante la apertura electoral.
Todo este material fue reunido por el CeDInCI —cuya especificidad en la recuperación de este tipo de documentación fue el eje de sus políticas patrimoniales desde sus inicios— gracias al aporte de cientos de donantes, cuyos nombres sería imposible consignar aquí.
No nos propusimos exhibir las muestras del terror, que desgraciadamente abundan. Buscamos reponer las múltiples resistencias, de las más masivas y visibles, a las más pequeñas y moleculares. Quisimos recordar, 40 años después, que dentro y fuera de los centros clandestinos de detención, dentro y fuera de las cárceles, dentro y fuera de las fábricas, dentro y fuera del país, funcionaron focos sostenidos de resistencia que demostraban, finalmente, que era posible desafiar al poder y construir un espacio, por diminuto que fuera, donde la dominación no podía entrar, donde el terror encontraba su propia impotencia. Sea a través de grandes o de pequeños gestos, las prácticas de oposición y resistencia al terror estatal se fueron entrelazando y muy de a poco, con el tiempo, lograron hacer mella al silencio y al poder de la dictadura, demostrando así que, aun en las peores condiciones de opresión, la historia siempre ofrece un lugar para la acción libertaria y solidaria de las personas.

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La muestra se inauguró el 23/03/2016, en conmemoración del 40 aniversario del golpe de Estado de 1976, en la sala Clement Moreau del CeDInCI y el 02 de diciembre del mismo año en la sede Manuel Belgrano de la Universidad Nacional de San Martín.

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Órganos de confusión: revistas de política sexual e imágenes indómitas

Esta exhibición reúne un conjunto fragmentario de dibujos, pinturas y grabados realizados por artistas visuales para distintas publicaciones de critica cultural y revistas independientes de agitación sexo-política desde los años ochenta hasta la actualidad. En su proximidad, estos artefactos sensibles diagraman una historia oblicua de la gráfica activista y las políticas editoriales underground que han posicionado a las imágenes artísticas, no como una mera ilustración de un ideal emancipatorio, sino como un lenguaje autónomo capaz de proponer a través de la textura indómita de sus extraños universos de sentido, nuevas formas de experimentación política en torno al placer sexual, el cuerpo y los géneros. A través de su presencia autosuficiente, estas imágenes horadan la sistematicidad opresiva de la literalidad, interrumpiendo las exigencias efectistas de imaginarios sensibles canonizados en las revistas políticas como órganos de difusión, que trabajan por la comunicabilidad de horizontes de transformación coherentes, rectos y transparentes. En su lugar, proponen la fuerza intempestiva de las fantasías sexuales, la representación de cuerpos aún imposibles y abstracciones abyectas de todo sentido normalizante como fugas singulares al régimen de lo cierto que define la condición de lo verdaderamente político. Desde el sobresalto, la interrupción, la sorpresa estas imágenes se mueven por el cuerpo de estas revistas desmontando el régimen jerárquico de la palabra y la primacía de su función comunicativa, haciendo de la imaginación en torno a las potencias del sexo un llamamiento opaco hacia otros modos de vida.

Revistas:
Alfonsina (1983), Posdata (1984), Sodoma (1984), Vamos a Andar (1986), Cuadernos de Existencia Lesbiana (1986), Fin de Siglo (1987),Confidencial (1992), Libertino (1993), Baruyera (2007), La Protesta Sexual (2016).

Artistas:
Jorge Gumier Maier, Josefina Quesada, Marcelo Pombo, Liliana Maresca, Tobias Dirty, Cristina Coll, Marcelo Benitez, Porkeria Mala, Diana Raznovich.

Esta exhibición ha sido elaborada con materiales que forman parte de Sexo y Revolución: Programa de memorias políticas feministas y sexogenéricas coordinado por Laura Fernández Cordero cuya colectiva asesora esta integrada por Mabel Bellucci, Virginia Cano, Nicolás Cuello, Lucas Morgan Disalvo, Francisco Fernández, Marcelo Ernesto Ferreyra, María Luisa Peralta, Marcelo Reiseman, Catalina Trebisacce, Nayla Vacarezza, Gabriela Mitidieri y Fernanda Carvajal.

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